Llegar a acuerdos evitando enfrentamientos

acuerdos

Poder lograr acuerdos es una de las bases fundamentales para quienes estamos en contacto directo  con otras personas en una relación directa, o en un equipo, donde hay que conseguir un objetivo. En las consultas médicas o psicológicas depende en gran medida de estos acuerdos, que quien acuda tenga adherencia al tratamiento o pueda seguir unas recomendaciones que nosotros pensamos va a ser uno de los caminos hacia una solución de un problema. Si no hay acuerdo en seguir estas pautas, no hay resultados.

Igualmente los acuerdos se dan en otros ámbitos: entre familiares, con el grupo de amigos, con compañeros de actividades deportivas, etc. Muchas de las acciones del día a día necesitan un acuerdo.

En ocasiones los acuerdos son sencillos, las opciones gustan a ambas partes y más o menos se resuelve de forma fácil. Pero otras veces, esto cambia y llegar a un acuerdo puede ser mucho más complejo. Tal vez las pautas que el médico recomienda no son asequibles para la otra persona porque dista mucho de una rutina que pueda llevar a cabo, no tiene recursos económicos, choca con los valores, requiere una identificación de rol de enfermo para la que no está preparado. O tal vez las condiciones que plantea nuestro hijo en cuanto a horarios, no se ajusta a nuestras normas familiares y esto complica el logro de un acuerdo.

¿Con qué técnicas contamos que nos puedan ayudar en estos aspectos?

Si hiciésemos una vista por los aspectos básicos que se requieren a la hora de facilitar un acuerdo, podríamos encontrar algunas pinceladas. No es todo tan sencillo, ni existe una receta mágica que nos resuelva el conflicto, pero sí pequeñas ideas que ayuden a conseguir una negociación de forma más sencilla:

Lo primero es preguntar: ¿Qué le preocupa a la otra parte? ¿Qué razonamiento da en base a que cuestiones? ¿Qué información tiene sobre el problema? Por ejemplo en el ámbito médico de nuevo ¿Qué sabe el paciente sobre la enfermedad? ¿A qué lo atribuye? ¿Cómo cree que se puede solucionar?

Conocer lo que la otra parte sabe nos da pistas de cómo podemos ver la situación desde el otro punto de vista, con el mapa de la otra persona y esto aclara muchas dudas y nos permitirá adaptar nuestras ideas a su mapa mental. Escuche activamente, hasta la última gota., y pregunte. Por ejemplo “ante estas situaciones, todos tenemos algunas ideas ¿Cuáles son las suyas/tuyas?” “¿Qué sabe/s del problema?” ¿”Ha/s pensado en algunas soluciones?” (Ruiz Moral, 2014)

Aceptar: aceptar la visión que tiene la otra parte no significa compartir, sólo valorar que su visión es tan real como la nuestra.

Informar: aportar información, lo que nosotros sabemos sobre lo que ocurre. Si somos profesionales, nuestros conocimientos y experiencias en la materia. Si somos amigos o familiares, datos que tenemos, experiencias, miedos y creencias.

No justificar nuestra opción de entrada: si hacemos esto, cerraremos una vía  de comunicación. Daremos nuestra opinión y aportaremos la información de la que dispongamos después de escuchar a la otra parte porque así será más fácil adaptar la información y desmontar otros argumentos.

Ser oportuno: no se resuelven conflictos, ni se hacen acuerdos cuando estamos cansados, con una emoción intensa, agobiados, etc…. Hace falta tener un buen momento para ello

Proponer pequeñas metas que la otra persona esté dispuesto a aceptar y preguntar si podrá llevarlo a cabo (después iremos aumentando los objetivos si fuese necesario hacia una meta final). Esto es muy útil en objetivos de tratamiento y en logros que requieren constancia y mantenimiento hasta conseguir la meta final.

Puede hacer un “quid pro quo”: a cambio de un paso de la otra persona, nosotros nos comprometemos a otro pequeño paso a cambio. Sobre todo en cuestiones de negociaciones en pareja o familiares.

Asegurarnos y preguntar si el acuerdo es aceptable para ambas partes y también qué cosas podrían hacer que no se cumpliese el acuerdo y cómo lo van a resolver

Y si no hay acuerdo, asumirlo: aceptar que no hemos llegado a ningún acuerdo, ya es un acuerdo. Y tal vez en otro momento esto haya abierto una puerta.

No existen pautas que nos resuelvan las interacciones de forma automática,sí existen pequeñas guías para poner en práctica ideas y, en muchas ocasiones, salir del “más de lo mismo” que nos enrocan en discusiones infructuosas. Lo más importante, cuando hablamos con otra persona, es la escucha y entender por qué la otra parte piensa lo que piensa, qué razones tiene para ello y que intención hay debajo. De esta forma, al ver el mundo desde la otra perspectiva, nos ahorraremos muchas discusiones e intentos de convencer que raramente llegan al acuerdo.

 

Ruiz Moral, R. (2014) Comunicación clínica. Madrid: Panamericana.

¿cómo lograr mis objetivos?

Gestión del tiempo santander

Mockup objetivo

Fijarnos objetivos es fundamental para el desarrollo de la persona, ayuda a tener una expectativa para avanzar y fomenta el crecimiento de la autoestima a medida que vamos logrando pequeños éxitos. El tener una idea de a dónde me dirijo, ayuda a darle una dirección a nuestra vida y el ir acercándonos a ella nos da energía y motivación, sensación de capacidad y de valor.

El tener una meta, bien sea laboral, familiar, social, etc… nos da coherencia y motivación para que nuestro día a día tenga un rumbo y nos ayuda a que nuestra autoestima se mantenga sana.

Está bien puntualizar que no es lo mismo tener un objetivo, que cumplir un sueño. Últimamente leo con bastante asiduidad esto de “cumple tus sueños” animando a todo el mundo a que se lance a por aquello que desea. Pero los sueños son deseos que pueden llevarse a cabo… o no. Por ello yo animo a poner los pies sobre la tierra y plantearnos un “logra tus metas”. Las metas tienen objetivos tangibles y se pueden lograr con más o menos esfuerzo. Normalmente nos involucramos en su consecución porque las percibimos como algo que podemos alcanzar. Cuando hablamos de objetivos, o metas, no olvidemos sus características.  Éstas son:

Medibles: tenemos que saber medir cómo lo estamos logrando

Específicas: son conductas concretas

Tiempo: se pueden conseguir en un tiempo determinado.

Alcanzables: son realistas

Podemos diferenciar objetivos a corto plazo, como lograr algo este año o el que viene, o a medio/largo plazo: escribir un libro, sacar una oposición, tener una familia. Todos, tanto corto como largo plazo requieren de tener pequeñas metas que nos indiquen que el camino que estamos haciendo nos lleva al objetivo. Además todos tienen que tener pequeños refuerzos que nos anime a seguir adelante, si no la motivación y constancia disminuyen y con ellos la probabilidad de logro.

En los objetivos más amplios, no podemos olvidar que los objetivos son personales, y diferentes: para unas personas su objetivo puede estar vinculado a la agricultura y para otros a construir maquetas y lo ideal es que pudiéramos tener un objetivo principal y también otras metas por área de la vida, de tal forma que si un rol desaparece, tengamos más expectativas. Por ejemplo no vincular toda mi energía al deporte o a mi pareja, porque si me lesiono o quedo viudo/a, con ello se va mi único objetivo. Puedo querer ganas una medalla olímpica y además, tener una familia, o escribir un libro o ayudar a entrenar a otros.

¿Cómo puedo saber qué es exactamente lo que quiero?

Si no tienes claro el rumbo, jamás podrás llegar. Piensa ¿qué es importante para ti? ¿cuáles son tus valores, lo más fundamental de tus creencias? Si sólo pudiese hacer una cosa en tu vida ¿cuál sería? ¿y si fueran dos?

Podemos observar qué nos gustaría ser…como nos gustaría vernos, Para ello podemos hacer un ejercicio, se llama la carta desde el futuro” y la podéis descargar aquí.

¿y cómo empiezo?

Muy bien, valora dónde estás y a dónde quieres llegar. ¿Cuál es el primer paso? ¿cuándo podrías empezar? ¿cuál es el siguiente paso? Y cuándo lo harás…. Hacer paso a paso un plan de acción nos ayuda a ver la dirección a seguir y a no complicarnos durante el camino. Es una guía que nos indica:

– Qué hacer

– Cuándo lo vamos a hacer

– Qué recursos necesitamos para ello.

Es importante la temporalidad: marcar cuándo nos vamos a poner a ello y qué tiempo vamos a sacar para poder llevarlo a cabo. Si es un proyecto integrado dentro de nuestra rutina, debemos de saber cuándo podemos dedicarle cuánto tiempo: esto se trabaja con gestión del tiempo y sus técnicas.

Date un refuerzo: puede ser material, de descanso, personal, contárselo a alguien, cualquier cosa te ayude a sentirte bien con lo que estás logrando y que te anime a seguir adelante.

Comprométete firmemente con llegar a ello, o al menos con no abandonar hasta que no percibas que ya has “sobrepasado la mitad del camino”

Pide ayuda o consejo a profesionales si quieres emplear técnicas concretas: Pomodoro, DAFO, plan de acción, Matrices, etc… esto también ayuda a lograrlo y a comprometerte a llevarlo a cabo.

No te rindas, cuando veas que no puedes mal, sólo haz otro poquito.

Y cuando lo logres…., ayuda a otros a que ellos también consigan sus objetivos.

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

¿cómo controlar los pensamientos?

OSO

La voz interior que escuchamos cada día nos guía en nuestra conducta, en nuestras decisiones, en cada paso que damos, tanto en las cosas positivas, como en las negativas. El pensamiento funciona en cada momento y evalúa el contexto, a las personas y a nosotros mismos y nuestras conductas. En ocasiones puede ser más objetiva, o más crítica. O puede también estar sesgada y darnos una realidad poco neutra. Pero al escuchar esta voz, lejos de cuestionarla, la validamos como si fuese una verdad absoluta.

En realidad el pensamiento en sí mismo no sería problemático, si no fuese porque éste está vinculado a otras esferas, entre las que destaca la emoción y la creencia en que lo que nuestra mente nos dice es cierto.

Los pensamientos suelen ser automáticos, rápidos, esquemas a través de los cuales filtramos los inputs del exterior, y raramente nos detenemos a escuchar con atención cuáles son estos. En un post anterior pudimos hablar de los pensamientos intrusivos. En él señalábamos que hay ocasiones en los que la mente en lugar de ser objetiva, es catastrófica y calcula tus posibilidades de hacer algo en función de la peor de las consecuencias.

Otras veces es alarmista y avisa de constantes e irreales peligros.

Puede ser que la voz interior tienda a la generalidad y de cada pequeño fallo, amplía la vista y tiñe de error todo el contexto. Como el día de la cena de empresa donde hiciste una broma que no todos entendieron y por eso, toda la cena fue un desastre.

Puede ser absolutista y manejar las pequeñas cotidianidades en función de todo o nada, de siempre o nunca, ampliando los efectos de lo que ocurre, generalmente hacia lo malo.

Nuestra mente aprende con nosotros, con nuestras experiencias, con las interacciones que hacemos con los demás y nadie se ha ocupado de escucharla y enseñarla a ajustar su lenguaje a la realidad.

La mente puede ser además intrusiva y persistente, y si hay algo que nos preocupa, puede dedicarle mucho tiempo al problema, más de lo que queremos nosotros, ocupando parte de la noche y el día entero a un círculo constante, un bucle de efectos y consecuencias, de condicionales y de miedos futuros.

Los pensamientos también tienen sus trucos, y hay que saber cómo hablarles. Por ejemplo debemos no intentar hablarle en negativo, pues la negativa no la entiende y tiende a dar la vuelta a lo que le pedimos.

Es como el “no pienses en un oso blanco” de Tolstoi. La mente no lo comprende y puede pasar horas imaginando justo lo que no queremos. Cuando aparecen estos pensamientos intrusos, solemos intentar algún tipo de control mental con el fin de que desaparezcan, pero la mayoría de las veces cuánto más intentamos alejar de la mente estos pensamientos, con más frecuencia e intensidad vienen. Parece ser que sólo entre un 10 y un 20% de personas que son capaces de reprimir eficazmente los recuerdos desagradables (Myers, 2000)

¿Y entonces cómo enseñamos a la mente a cambiar el lenguaje y dejar de pensar de forma constante en el mismo problema?

El primer paso es el lenguaje: escuchar la forma en la que nos hablamos y detectar si lo que nos decimos es tan objetivo como creemos. Pon en duda lo que te dice tu mente, cuestiónate la realidad que sobre ti te presenta. La próxima vez que estés en un grupo de amigos, que cometas un error, que suspendas un examen, que te propongas un reto, que tengas una discusión, escucha atento/a ¿siempre es igual? ¿nunca vas a conseguirlo? ¿va a pasar algo horrible? ¿hizo eso que todo lo demás se estropeara?

Y si entramos en el bucle del pensamiento intrusivo, detente, respira y observa tu respiración, si te gusta la relajación y meditación, puedes también buscar la emoción y localizarla y dejar que esté, sin enfrentarte a ella, imaginar tu sensación y tu preocupación y visualizar un río, que arrastra pequeñas hojas , imagínalo de forma vívida, escucha la corriente, el viento, los árboles y posa la preocupación sobre una de las hojas y observa atento/a cómo se lo lleva el agua. Repítelo con cada pensamiento.

Si eres más práctico y no te gusta hacer actividades de visualización, distráete con una actividad que requiera acción mental: leer, una película o música con letra que te permita atender a lo que dice. Puedes hacer deporte, mejor si es en grupo o con música.

Puedes analizar sobre papel, los pros y contras, las soluciones posibles, las consecuencias reales y relativízalo. Escribir sobre papel clarifica y permite que la mente se relaje, es como si la preocupación quedara guardada en una agenda y no fuese tan necesario recordarlo.

La mente es como un campo, si pasamos una vez no pasa nada, pero si lo hacemos de forma continua podemos crear un sendero, de forma que cada vez que vayamos a ese punto será más fácil la tendencia a ir por el sendero.

Aprender a manejar la mente es muy complejo y requiere de mucho tiempo de práctica, podemos empezar poco a poco con experimentos y observando qué ocurre. Los pequeños cambios llevan a cambios más grandes y siempre es buen momento para empezar.

 

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

¿Qué nos dice Facebook sobre nuestra personalidad?

redes sociales psicología

adolescentes

Dado que el Facebook es un recurso muy utilizado que facilita el contacto con otras personas, cuyo fin último es fomentar las relaciones sociales y en él nos describimos de la forma en que nos vemos o nos gustaría que nos vieran, parece tentador poder realizar un análisis de la personalidad en función de cómo utilizamos este, podríamos preguntarnos numerosas cuestiones como ¿los estados que escribimos dicen algo de nosotros mismos?

Según un artículo publicado por Marshall, T, Lefringhausen, K & Ferenci, N (2015) “The Big Five, self-esteem and narcisism as precdictors of the topics people write about in Facebook status update” Elselvier. 85 parece que sí es posible correlacionar algunos aspectos de las redes sociales con nuestros perfiles de personalidad, encontrando:

– que las personas extrovertidas, aquellas que prefieren conocer gente nueva, que son abiertas, actualizan el estado con más frecuencia remarcando sus actividades sociales y de la vida cotidiana

– las personas que puntuaban con apertura hacia la experiencia; es decir, que les gusta probar cosas nuevas, creativas, dinámicas, eran más propensos a actualizar sobre temas intelectuales;

– los participantes con baja autoestima eran más propensos a actualizar sobre sus estados de pareja de forma romántica,

– mientras que los que mostraban más responsabilidad, más organizados, reflexivos parecen más propensos a actualizar sobre sus hijos.

Así mismo relatan los autores que los sujetos con puntuaciones altas en narcisismo utilizaban el estado del facebook para llamar la atención y validación de sus logros, así como su rutina de dieta y ejercicio.

En esta línea, Mehdizadeh S. de la Universidad York de Toronto en Ciberpsicología, comportamiento y redes sociales señala que éstos son quienes más utilizan Facebook, ya que en este medio poseen la capacidad de controlar con más facilidad la imagen que dan hacia el exterior, tanto física como psicológica.

Es curioso el poder entender cómo casi de forma inconsciente mostramos a los demás con cada publicación en nuestro muro, ya no sólo sobre nuestros gustos o aficiones, sino aspectos más complejos de nosotros mismos

En mi opinión, esto puede ser beneficioso, o no. Es quizás positivo en la medida en que podemos entender por qué la gente escribe sobre ciertos temas en Facebook, que puede haber detrás y cómo la forma en que interactuemos con esos estados facilita que esto sea socialmente gratificante o excluyente y la persona siga actuando así o cambie de estrategia.

Es positivo también en cuanto nos ayuda a conocernos mejor y a ser conscientes de la información que aportamos al resto (conocidos y en ocasiones, no tan conocidos).

Pero también puede hacernos cuestionarnos la utilización tan habitual de estos medios y las publicaciones constantes que hacemos, qué mensajes estamos enviando o que percepción estamos dando a los demás, ¿es la imagen que queremos dar? muchas personas van a interactura más con nosotros a través de las redes que de forma directa y el hecho de cómo mostremos nuestra imagen facilitará que tengan una idea u otra. Las redes sociales se transforman en nuestra tarjeta de visita y esto puede influir a muchos ámbitos de nuestra vida.

Tras leer estos estudios, entre otros, yo he vuelto a observar mi propio perfil y me he preguntado ¿qué imagen doy? ¿qué dice de mí?

Quizás podemos observarnos desde fuera y reflexionar

Rereferencias:

http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0191886915003025

http://www.scientificamerican.com/article/status-update-im-so-glamorous/

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

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