
En los últimos años han aparecido multitud de métodos educativos y técnicas terapéuticas o educativas que llevan asociado el término «neuro» y que en realidad carecen de fundamento educativo-científico, como hemos podido escuchar al neuropsicólogo Marcos Ríos este fin de semana en el II Congreso de psicología Educativa, Neurociencia y Emoción realizado en Santander y organizado por el Colegio oficial de la Psicología de Cantabria.
Podemos observar algunas investigaciones como el proyecto Brain and Learning de la OCDE (2002), que analizó algunos conceptos erróneos sobre la neurociencia y el cerebro no respaldados por la comunidad científica, que fue quienes establecieron el concepto de neuromito como “una concepción errónea generada por un malentendido, una mala interpretación o una cita equivocada de datos científicamente establecidos para justificar el uso de la investigación cerebral en la educación y otros contextos”.
Por ejemplo ¿no hemos escuchado muchas veces afirmaciones del tipo sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro? obviamente aseveraciones como ésta, no son ciertas y no favorecen en nada los estudios reales que nos ayudan a aplicar los conocimientos científicos a la educación, la rehabilitación, el aprendizaje o la psicoterapia.
En la educación, podemos encontrar que en nuestro país, un 44% de los maestros españoles tienen algunas creencias erróneas sobre la neurociencia en la aplicación educativa (El País, 4 de julio de 2017) y ésta puede crecer a porcentajes elevados dependiendo «del mito».
El hemisferio derecho es el encargado de los aspectos creativos y el izquierdo el analítico. Otra concepción errónea. utilizamos ambos hemisferios de forma integrada. El cerebro es único y existe una transferencia de información entre los dos hemisferios a través de las fibras nerviosas que constituyen el cuerpo calloso. Igual de irreal que pensar que hay una preferencia sensorial para el aprendizaje.
Incluso aspectos tan defendidos como las inteligencias múltiples, de H. Gardner, no presenta evidencia científica contrastada para su aplicación en el aula tal y como lo llevamos a cabo. En una encuesta que se realizó a 150 profesores de Reino Unido a quienes se les pidió lo siguiente: «Por favor, haga una lista de las ideas que haya oído en las que el cerebro esté relacionado con la educación» (Pickering y Howard-Jones, 2007)., la Teoría de las Inteligencias Múltiples apareció 17 veces (14%). Aunque esta teoría pueda ser útil e inspiradora para algunas prácticas pedagógicas, no olvidemos que no está aún avalada por la ciencia.
Quizás sería necesario plantearnos ser críticos con algunos aspectos que contengan la palabra neurociencia, y asegurarnos de que exista un fundamento científico detrás que facilite diferenciar aquellas cosas que van a permitir avanzar en las herramientas y técnicas psicológicas y educativas y olvidarnos de los aspectos que, sin aval, se convierten en ocasiones en marketing.