El diálogo interno: la voz que filtra la realidad

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Constantemente dialogamos con nosotros mismos y no lo hacemos exactamente igual que cuando conversamos con los demás. Nuestro diálogo interior, no suele ser racional, si no que es espontáneo, surge de forma automática, con imágenes breves y pocas palabras. Muchas veces se expresa en términos tajantes, basados en expresiones como “debería de”, “habría que”, “tendría que” que nos hacen ver la realidad de una forma poco flexible con nosotros mismos.

Los pensamientos reflejan muchas veces estereotipos, ideas condicionadas y prejuicios y una serie de sugestiones que penetran en nosotros sin ser conscientes y que dirigen nuestra conducta. Numerosos autores señalan que el lenguaje es el medio más importante para moldear y estructurar la realidad que percibimos. Ésta está determinada por la forma en que nos hablamos. Al poner los hechos en palabras y emociones logramos darle un sentido, procesarlo y en muchas ocasiones, poner distancia, darle una perspectiva diferente al escucharnos contar la historia.

Cuando atendemos a nuestros pensamientos, es más sencillo que nos demos cuenta de las cosas que nos decimos, podemos observar las distorsiones que generamos y modificarlas. Podemos comprobar por ejemplo, que no somos tan objetivos, si no que estamos valorando una situación desde un prisma concreto: magnificamos las situaciones, nos fijamos “solo en lo malo”, etiquetamos a las personas o las situaciones y actuamos basándonos en esa etiqueta, etc.

De acuerdo con Beck (1979) y Ellis (1971) los dos grandes teóricos de la terapia cognitiva, existen algunos pensamientos que se consideran deformados, que nos hacen ver la realidad distorsionada y que nos generan emociones negativas, por ejemplo, considerar que hemos hecho algo a alguien tan sólo por que no nos devuelva un saludo. Sin embargo, hay otras posibilidades que respondan a una explicación lógica de lo ocurrido.

Si queremos aprender a cambiar este diálogo, podemos poner en práctica una serie de ejercicios que pueden ayudarnos a reconocer nuestros patrones y hábitos

1- Reconocer mediante tomar notas de nuestro habla interior.

Escoge un día tranquilo y lo más desocupado posible. Toma un cuaderno y un bolígrafo para poder realizar anotaciones en cualquier momento del día.

Establece algunos momentos a lo largo del día, en los que dejes aquello que estabas realizando y dedícate a anotar la auto-conversación que mantienes. Que pensamientos te vienen a la cabeza, que te dices, etc.

2.- Sobre tu autoconcepto

Cuando vayas a dormir, imagínate en un escenario delante de varias personas que no te conocen: ¿Cómo te ves a ti mismo? Relájate y escucha captar con serenidad qué mensajes escuchas sobre ti. Toma nota también de lo que escuchas sobre ti, sobre tu imagen, sobre tu comportamiento, las opiniones de esos desconocidos imaginados.

3- Revisión de los pensamientos

Revisa los escritos realizados y fíjate: ¿existe algún punto en común o hilo conductor que coincida en ambos textos? ¿hay algún patrón de pensamiento que se repita?.

4.- El tono de tu lenguaje

valora cómo es tu pensamiento, ¿tiendes a ser optimista? ¿valoras tus cualidades? O, por el contrario, ¿eres muy estricto ¿valoras las cosas de forma negativa? Analiza si eres realista o si crees que quizás tiendes a exagerar, ya sea en un sentido o en el otro.

5.- Intenta modificar el tono con que te hablas

Escoge algunos de los pensamientos que más se repiten y te molesten y cámbialos conscientemente hacia otros más objetivos. Escríbelos al lado de los antiguos e intenta, en las situaciones en las que amanecen los viejos pensamientos, repetirte la versión objetiva del mismo, razonando porqué es más real. Verás el cambio.

El objetivo de estos ejercicios es que conozcas qué clase de diálogo interno mantienes a cada momento y puedas trabajar sobre aquellos mensajes que pueden resultar perjudiciales ya que una vez podamos detectar los pensamientos y modificarlos, con paciencia y constancia, podemos avanzar hacia una transformación interna, que provoca grandes cambios. No es sencillo, pero…¿y si pruebas?

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

Resolver conflictos familiares

Los conflictos de convivencia son habituales en la familia; en muchas ocasiones son derivados de las disputas por el incumplimiento de las normas, por diferentes intereses, por rivalidad entre los hermanos o por dificultades en la comunicación entre los miembros de la familia. Muchas veces estas situaciones conllevan una fuerte carga emocional y requieren por parte de los padres un ajuste emocional equilibrado que permita controlar sus propias emociones y las de  sus hijos.

Estas desavenencias familiares pueden resolverse mediante técnicas que, aunque a simple vista pueden parecer sencillas, requieren de un gran esfuerzo y de la inversión de tiempo necesario para acordar las soluciones; pero son fundamentales en el aprendizaje de una dinámica efectiva. De entre todas ellas, la técnica de resolución de conflictos más utilizada. Ésta consiste en analizar juntos las situaciones problema  y reflexionar sobre los componentes que generan el conflicto.

Las pautas a seguir son las siguientes:

1. Identificar el problema.

a. Observar las causas y la situación en los diferentes miembros ¿Cuál es la interpretación de los padres de lo que ocurre? ¿y de los hijos?

b. Analizar el estado de ánimo de cada uno ¿Qué están sintiendo los padres? ¿Cuál es la emoción que presentan los hijos?

c. Plantear el objetivo a lograr de cada miembro ¿Qué es lo que buscan los padres? ¿Qué quieren exactamente los hijos?

2. Proponer soluciones.

a. ¿ha ocurrido esto antes? ¿Se han solucionado? ¿Cómo?

b. Aportar numerosas soluciones para elegir después la más adecuada, cuantas más mejor, y sin juzgar si son buenas o malas ideas. Lo interesante es la cantidad frente a la calidad.

3. Previsión de consecuencias.

a. Valorar qué consecuencias tendrá cada solución.

4. Elección de la mejor solución.

a. Elegir entre todos la solución que sea más apropiada: justa, razonable, que permita resolver las diferencias y que facilite el bienestar emocional para todos.

5. Acción

a. Poner en marcha la solución escogida

b. Si no se resuelve el conflicto, poner en práctica aquella que se valoró como segunda opción.

Este método es utilizado para resolver conflictos tanto ante decisiones importantes, como para los pequeños conflictos y, además, ayuda a los hijos para que en el futuro aprendan una forma práctica de resolver conflictos y las posibles diferencias entre ellos y sus hermanos, amigos y compañeros de colegio.

 

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)

El miedo escénico

El miedo a hablar en público es algo habitual. Pequeños grados de ansiedad ante un auditorio, mejoran incluso la exposición. Sin embargo, esto se torna desagradable cuando los niveles de nerviosismo superan la capacidad de concentración y comienzan a aparecer sintomas de hiperactivación, como la sudoración en las manos, tics, temblores, náuseas, voz inestable, etc.

Por desgracia, no existe una «fórmula mágica» que solucione completamente el pánico ante los espectadores, pero sí algunos consejos para mejorar nuestra presentación:

Preparar el discurso de forma meticulosa

No dejar casi nada a la improvisación y preparar el discurso una y otra vez para así, ganar en confianza y seguridad.

Respirar de forma profunda

Antes de comenzar la conferencia y para así dominar los nervios, hay que relajarse y aprender a respirar de forma profunda. Inspirar de forma abdominal y después de retener el aire unos segundos, expulsarlo lentamente y repetir este ejercicio 20 veces, ayuda a controlar la ansiedad.

Ensayar delante de amigos y/o familiares

De esta forma te acostumbrrarás a tener oyentes mientras hablas.

Eliminar las ideas negativas

Evitar pensamientos del tipo «mi voz no es suficientemente fuerte», «estoy temblando y van a darse cuenta», etc. Detén los pensamientos y céntrate en otra cosa más positiva, un recuerdo, una imagen…

No te sientas mal si en algún momento te equivocas

Cometer errores de pronunciación es algo habitual, continúa. Si la equivocación es motivo de risa entre el público, no ocurre nada, riéte con el público y sigue adelante. Acuérdate que para el orador, siempre parecen más graves sus defectos de lo que percibe el auditorio.

Utilizar fichas con palabras clave

Escribe unas fichas con palabras clave en un tamaño grande o de color oscuro,o bien señala en amarillo las palabras clave de tu discurso escrito. Esto ayudará a ganar confianza y a volver al punto de la ponencia  si en algún momento la mente queda en blanco.

Visualizar el éxito

Obtén imágenes claras de cómo va a ser todo cuando, al fín, la exposición finalice de forma correcta y el público aplauda emocionado.

Es importante aprender estrategias de oratoria y de control de ansiedad, ya que mejoran el discurso, aportándole mayor verosimilitud y atractivo, y mejoran la puesta en escena del conferenciante.

 

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)

 

 

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