¿cómo controlar los pensamientos?

OSO

La voz interior que escuchamos cada día nos guía en nuestra conducta, en nuestras decisiones, en cada paso que damos, tanto en las cosas positivas, como en las negativas. El pensamiento funciona en cada momento y evalúa el contexto, a las personas y a nosotros mismos y nuestras conductas. En ocasiones puede ser más objetiva, o más crítica. O puede también estar sesgada y darnos una realidad poco neutra. Pero al escuchar esta voz, lejos de cuestionarla, la validamos como si fuese una verdad absoluta.

En realidad el pensamiento en sí mismo no sería problemático, si no fuese porque éste está vinculado a otras esferas, entre las que destaca la emoción y la creencia en que lo que nuestra mente nos dice es cierto.

Los pensamientos suelen ser automáticos, rápidos, esquemas a través de los cuales filtramos los inputs del exterior, y raramente nos detenemos a escuchar con atención cuáles son estos. En un post anterior pudimos hablar de los pensamientos intrusivos. En él señalábamos que hay ocasiones en los que la mente en lugar de ser objetiva, es catastrófica y calcula tus posibilidades de hacer algo en función de la peor de las consecuencias.

Otras veces es alarmista y avisa de constantes e irreales peligros.

Puede ser que la voz interior tienda a la generalidad y de cada pequeño fallo, amplía la vista y tiñe de error todo el contexto. Como el día de la cena de empresa donde hiciste una broma que no todos entendieron y por eso, toda la cena fue un desastre.

Puede ser absolutista y manejar las pequeñas cotidianidades en función de todo o nada, de siempre o nunca, ampliando los efectos de lo que ocurre, generalmente hacia lo malo.

Nuestra mente aprende con nosotros, con nuestras experiencias, con las interacciones que hacemos con los demás y nadie se ha ocupado de escucharla y enseñarla a ajustar su lenguaje a la realidad.

La mente puede ser además intrusiva y persistente, y si hay algo que nos preocupa, puede dedicarle mucho tiempo al problema, más de lo que queremos nosotros, ocupando parte de la noche y el día entero a un círculo constante, un bucle de efectos y consecuencias, de condicionales y de miedos futuros.

Los pensamientos también tienen sus trucos, y hay que saber cómo hablarles. Por ejemplo debemos no intentar hablarle en negativo, pues la negativa no la entiende y tiende a dar la vuelta a lo que le pedimos.

Es como el “no pienses en un oso blanco” de Tolstoi. La mente no lo comprende y puede pasar horas imaginando justo lo que no queremos. Cuando aparecen estos pensamientos intrusos, solemos intentar algún tipo de control mental con el fin de que desaparezcan, pero la mayoría de las veces cuánto más intentamos alejar de la mente estos pensamientos, con más frecuencia e intensidad vienen. Parece ser que sólo entre un 10 y un 20% de personas que son capaces de reprimir eficazmente los recuerdos desagradables (Myers, 2000)

¿Y entonces cómo enseñamos a la mente a cambiar el lenguaje y dejar de pensar de forma constante en el mismo problema?

El primer paso es el lenguaje: escuchar la forma en la que nos hablamos y detectar si lo que nos decimos es tan objetivo como creemos. Pon en duda lo que te dice tu mente, cuestiónate la realidad que sobre ti te presenta. La próxima vez que estés en un grupo de amigos, que cometas un error, que suspendas un examen, que te propongas un reto, que tengas una discusión, escucha atento/a ¿siempre es igual? ¿nunca vas a conseguirlo? ¿va a pasar algo horrible? ¿hizo eso que todo lo demás se estropeara?

Y si entramos en el bucle del pensamiento intrusivo, detente, respira y observa tu respiración, si te gusta la relajación y meditación, puedes también buscar la emoción y localizarla y dejar que esté, sin enfrentarte a ella, imaginar tu sensación y tu preocupación y visualizar un río, que arrastra pequeñas hojas , imagínalo de forma vívida, escucha la corriente, el viento, los árboles y posa la preocupación sobre una de las hojas y observa atento/a cómo se lo lleva el agua. Repítelo con cada pensamiento.

Si eres más práctico y no te gusta hacer actividades de visualización, distráete con una actividad que requiera acción mental: leer, una película o música con letra que te permita atender a lo que dice. Puedes hacer deporte, mejor si es en grupo o con música.

Puedes analizar sobre papel, los pros y contras, las soluciones posibles, las consecuencias reales y relativízalo. Escribir sobre papel clarifica y permite que la mente se relaje, es como si la preocupación quedara guardada en una agenda y no fuese tan necesario recordarlo.

La mente es como un campo, si pasamos una vez no pasa nada, pero si lo hacemos de forma continua podemos crear un sendero, de forma que cada vez que vayamos a ese punto será más fácil la tendencia a ir por el sendero.

Aprender a manejar la mente es muy complejo y requiere de mucho tiempo de práctica, podemos empezar poco a poco con experimentos y observando qué ocurre. Los pequeños cambios llevan a cambios más grandes y siempre es buen momento para empezar.

 

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

¿Qué nos dice Facebook sobre nuestra personalidad?

redes sociales psicología

adolescentes

Dado que el Facebook es un recurso muy utilizado que facilita el contacto con otras personas, cuyo fin último es fomentar las relaciones sociales y en él nos describimos de la forma en que nos vemos o nos gustaría que nos vieran, parece tentador poder realizar un análisis de la personalidad en función de cómo utilizamos este, podríamos preguntarnos numerosas cuestiones como ¿los estados que escribimos dicen algo de nosotros mismos?

Según un artículo publicado por Marshall, T, Lefringhausen, K & Ferenci, N (2015) “The Big Five, self-esteem and narcisism as precdictors of the topics people write about in Facebook status update” Elselvier. 85 parece que sí es posible correlacionar algunos aspectos de las redes sociales con nuestros perfiles de personalidad, encontrando:

– que las personas extrovertidas, aquellas que prefieren conocer gente nueva, que son abiertas, actualizan el estado con más frecuencia remarcando sus actividades sociales y de la vida cotidiana

– las personas que puntuaban con apertura hacia la experiencia; es decir, que les gusta probar cosas nuevas, creativas, dinámicas, eran más propensos a actualizar sobre temas intelectuales;

– los participantes con baja autoestima eran más propensos a actualizar sobre sus estados de pareja de forma romántica,

– mientras que los que mostraban más responsabilidad, más organizados, reflexivos parecen más propensos a actualizar sobre sus hijos.

Así mismo relatan los autores que los sujetos con puntuaciones altas en narcisismo utilizaban el estado del facebook para llamar la atención y validación de sus logros, así como su rutina de dieta y ejercicio.

En esta línea, Mehdizadeh S. de la Universidad York de Toronto en Ciberpsicología, comportamiento y redes sociales señala que éstos son quienes más utilizan Facebook, ya que en este medio poseen la capacidad de controlar con más facilidad la imagen que dan hacia el exterior, tanto física como psicológica.

Es curioso el poder entender cómo casi de forma inconsciente mostramos a los demás con cada publicación en nuestro muro, ya no sólo sobre nuestros gustos o aficiones, sino aspectos más complejos de nosotros mismos

En mi opinión, esto puede ser beneficioso, o no. Es quizás positivo en la medida en que podemos entender por qué la gente escribe sobre ciertos temas en Facebook, que puede haber detrás y cómo la forma en que interactuemos con esos estados facilita que esto sea socialmente gratificante o excluyente y la persona siga actuando así o cambie de estrategia.

Es positivo también en cuanto nos ayuda a conocernos mejor y a ser conscientes de la información que aportamos al resto (conocidos y en ocasiones, no tan conocidos).

Pero también puede hacernos cuestionarnos la utilización tan habitual de estos medios y las publicaciones constantes que hacemos, qué mensajes estamos enviando o que percepción estamos dando a los demás, ¿es la imagen que queremos dar? muchas personas van a interactura más con nosotros a través de las redes que de forma directa y el hecho de cómo mostremos nuestra imagen facilitará que tengan una idea u otra. Las redes sociales se transforman en nuestra tarjeta de visita y esto puede influir a muchos ámbitos de nuestra vida.

Tras leer estos estudios, entre otros, yo he vuelto a observar mi propio perfil y me he preguntado ¿qué imagen doy? ¿qué dice de mí?

Quizás podemos observarnos desde fuera y reflexionar

Rereferencias:

http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0191886915003025

http://www.scientificamerican.com/article/status-update-im-so-glamorous/

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

La navidad, una época para las buenas emociones

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La navidad ha sido, a lo largo del tiempo, una época en la que las emociones positivas salen a la luz, a través de deseos e ilusiones. Enviar cartas a quienes se encuentra lejos, preparar los regalos y establecer el ambiente de magia para los más pequeños, reunir seres queridos con la idea de pasar unos momentos buenos y divertidos, las fiestas se transforman en un momento cargado de emociones y sentimientos que nos traen recuerdos, cariño, reencuentros, sorpresas, alegría, aunque también tristeza en algunas ocasiones, pero sobretodo es una época especial en la que las emociones están a flor de piel.

La navidad es también un momento estupendo para mirar atrás y ver todo aquello que hemos logrado, cómo hemos madurado en el último año, que cosas hemos hecho, como hemos avanzado… es un momento también para plantearnos un cambio de ritmo o de rumbo en nuestras vidas. Es el momento de pensar en hacer algo diferente, en plantearnos el siguiente año con más optimismo, con más motivación para hacer aquello que nos gusta o lo que hemos querido hacer y nunca tenemos tiempo. Es el tiempo perfecto para atender a aquello que nos guíe hacia las metas de quiénes queremos ser. Es una oportunidad para empezar a controlar o detener nuestras emociones negativas: nuestros miedos, nuestros rencores, nuestra angustia, nuestras preocupaciones, ahora podemos empezar a ser de verdad, el dueño de nuestra vida, porque esto sólo depende de nosotros y de nuestra gestión emocional.

Nuestras emociones dependen en gran medida de nosotros mismos, y por ello, es algo que está bajo nuestro control, podemos cambiar las emociones, podemos variar la forma en que interpretamos las cosas y gracias a esto conseguir mayor bienestar. Muchas veces la realidad no es más realidad que la que nosotros generamos con nuestra forma de pensar y por ello, es momento de ajustar nuestras «gafas» con las que vemos el mundo, hacia una realidad más satisfactoria.

El pensamiento es por lo tanto piedara angular  en el control emocional, por ello debemos de hacer que juegue a nuestro favor y que nos facilite ser felices. Desechemos los pensamientos centrados en los aspectos negativos, los «no puedo», los «debería», el pensamiento que siempre nos dice que algo va a salir mal, o aquel que facilita que nos angustiemos sin motivo real. Usemos la Navidad para iniciar el cambio y que, cuando las emociones negativas amanezcan, nos sirvan como guía de qué cosas tenemos que cambiar.

Las fiestas nos ayudan a observar que asuntos tenemos aún sin resolver, conocer cómo están las personas a las que queremos, pensar porque ocurren determinadas cosas y empezar a reaccionar de forma diferente para generar un cambio positivo: ¿porqué no hacemos este año algo diferente? ¿porqué no nos adelantamos a aquella cosa que suele generar conflicto y provocamos que no ocurra o que ocurra de forma distinta? ¿porqué no aprovechamos a quienes tenemos al lado y les transmitimos lo que les valoramos y queremos?

Por último ¿porqué no empezamos desde esta navidad a cambiar nuestro pensamiento de modo más positivo y resolutivo? ¿porqué no aprovechar la navidad para escuchar a nuestras emociones y plantearnos un objetivo para el siguiente año: acercarnos a lo que nos hace felices y alejarnos de aquello que nos lo impide?

Eschucha tus emociones durante las fiestas y observa qué te hace feliz, que cosas has conseguido, cuáles han sido tus logros y que cualidades posees que te ayudan en la vida.

También qué sentimientos son los que te angustian, las que no te dejan avanzar. Apunta en un papel aquellas emociones que quieras cambiar y pregúntate como lo harás y cómo te sentiras cuando lo hayas logrado. Quema las emociones negativas y piensa «este año empiezo a ser quien quiero ser».

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)
 
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