La adolescencia: un desafío a superar

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La transición a la edad adulta no es una transformación brusca de un organismo o un estatus que aparezca de la noche a la mañana sino un periodo continuo donde el niño poco a poco, se va convirtiendo en el adulto que será. Esto conlleva la necesidad de ver la adolescencia como un reto y no como un conflicto.

Muchas veces, los padres ven a los adolescentes tempranos como un niño que en vez de crecer, ha perdido madurez respecto a la etapa anterior: antes era más obediente, respetaba más a sus padres, era más aplicado y atento, etc. pero esto es algo que viene incluido en la necesidad de crecer, porque el nuevo joven está “intentando hacerse mayor” y no sabe aún cómo hacerlo. Por eso responde con frecuencia a sus padres, para hacerse valer; o es menos interesado en las actividades que antes porque ahora puede elegir sus propias motivaciones; y exige tomar distancia de la familia y desobedece, porque puede reconsiderar la validez de las reglas establecidas.

El adolescente busca el éxito a corto plazo, porque necesita reafirmar su autoestima, y esto se traduce en impaciencia, intentando encontrar soluciones absolutas y rápidas a las cuestiones que se le presentan.

A partir de los 12 años, comienza su periodo autónomo, lo que será el núcleo de la madurez personal. A lo largo de este periodo el chico comete errores e incurre en defectos, pero este es el riesgo inevitable de la libertad.

A medida que se hace mayor, el adolescente irá descubriendo quién es él y podrá revisar su identidad. Podrá plantearse preguntas sobre los objetivos que quiere lograr en la vida, quién quiere ser, cuál es su orientación sexual, sus valores, sus principios, cóm quiere que lo vean los demás, etc. Son muchas oportunidades obligadas de crecimietno al que hacer frente en tan corto periodo de tiempo.

El hijo adolescente necesita saber que la libertad no significa saltarse las normas y las reglas, sino la capacidad de adquirir nuevas responsabilidades, de hacer lo que no gusta, de asumir las consecuencias de las decisiones propias. La libertad conlleva más responsabilidad.

¿Qué podemos hacer para trabajar con los adolescentes?

  • Fomentarles el crecimiento y las ganas de ser independientes, evitando ser cómplices de aquellos hijos que ven la casa paterna como un refugio permanente, fomentándoles el esfuerzo por conseguir lo que quieren, el ahorro, la responsabilidad y aceptación y animándoles a crear su propia identidad.
  • Haciéndoles partícipes de determinados “deberes” en el hogar, así como de las normas y de las reglas.
  • Favorecer que se impliquen en organizaciones y voluntariados, en actividades culturales o deportes que les ayude a encontrar sus propios gustos y ayudarles a que se abran a los demás.
  • Ayudarle a que sea más realista: buscando información relacionada con alguno de sus intereses, que hable con profesionales de cara a su futuro, que pruebe en vacaciones hobbies o profesiones a las que pueda acceder de forma voluntaria o mediante prácticas, que investigue para sacar sus conslusiones.
  • Ayudarle a cambiar su forma de pensar si no es realista («nunca»,»siempre»,»cada», «blanco o negro», «etc.), hacia unos patrones más adaptativos que le ayuden a pensar de forma objetiva.
  • Fomentar en los hijos la actitud de no precipitarse en la toma de decisiones relacionadas con el futuro, que se tomen su tiempo para experimentar nuevos roles, que piensen las alternativas y cómo se pueden solucionar los problemas de forma más creativa si hasta ahora no ha dado resultado lo planteado.
  • Entender la adolescencia como un reto, no como una amenaza contra la que hay que luchar y que un día “pasará”. Hay que ayudar en oportunidades al desarrollo de la identidad y la valía personal. Necesitan ir adaptándose al nuevo contexto con apoyo pero también con independencia y esta ambivalencia muchas veces genera problemas ¿hasta dónde poner los límites? ¿qué está permitido y que no?
  • Aceptar al hijo como es. Muchas veces este hijo no va a cumplir nuestras expectativas y de esto debemos de ser conscientes para poder aceptarle tal cual es. Mantener un hogar cálido y de confianza, comprensión y aprecio, donde tenga oportunidades de sentirse valorado.
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)
 

Mejorar la autoestima

Uno de los principales factores que diferencian al ser humano es la conciencia de sí mismos, es decir, el conocer su propia identidad y darle un valor. La autoestima, o la valoración que nosotros hacemos de nuestra identidad, proviene de las circunstancias de la vida, de nuestras experiencias con los demás, de las cosas que hemos logrado a lo largo de nuestra historia, de los comentarios que escuchamos de terceros, o de las posibilidades de éxito que hayamos vivenciado. De la misma forma, éstas experiencias están influenciadas por nuestra forma de vernos. Es un círculo que se retroalimenta.

Podríamos pensar que si somos capaces deevaluar nuestra autoestima y ver cómo podemos mejorarla sería más fácil producir un cambio y este cambio, modificará la interacción con nuestras oportunidades. Efectivamente, la modificación de la autoestima para hacerla «más sana» traerá consigo una serie de cambios positivos, pero esto no es tarea sencilla. Mucha de la responsabilidad de que nuestra autoestima esté dañada viene de los mensajes que nosostros mismos nos lanzamos. Estos mensajes, por el mero hecho de ser nuestros, nos los creemos con mucha más fiabilidad que si fuesen hechos por terceros. Aquellas críticas que escuchamos de pequeños, pasan a ser pensamientos propios, a interiorizarse. Así la frase «no puedes hacer eso, déjame que lo hago yo» se traduce en «no puedo hacer esto, es mejor que lo haga otro». O «esta niña es boba» se puede traducir en la etapa adulta a: » soy boba» o «no valgo».

¿Cómo evaluar nuestra autoestima?

Las personas con baja autoestima, no se ven de forma objetiva, minimizan sus dotes y maxifican sus defectos. ¿Cómo podemos evaluar si mi percepción es errónea?

Un primer paso es una análisis exhaustivo de sí mismo. Escriba el mayor número posible de palabras que le describan en las siguientes áreas: aspecto físico (autoimagen), relaciones sociales ( habilidades en este área, su forma de ser, adjetivos), personalidad, como cree que le ven los demás, rendimiento laboral y funcionamiento mental ( inteligencia, intereses, actividades). Al leer los adjeivos sobre sí mismo podrá comprobar cuántos son positivos y cuantos negativos, si le costó percibir más de un lado que de otro, o si bien, la mayoría de los negativos se centran en un área concreta.

Otra forma de observar qué campos necesitan de mejora, es realizar una actividad llamada la «rueda de la vida» que puede descargarse aquí

Ahora haga una lista de sus debilidades: dibuje dos columnas, en una deberá señalar cuáles son sus debilidades con un lenguaje objetivo, evitando el lenguaje peyorativo o las interpretaciones. En la otra, la columna revisada, reescriba esa debilidad de una forma más objetiva: descríbalo de forma específica, buscando las excepciones en los casos en los que haya escrito «siempre» o «nunca», cambiando donde ponga «debería» por «me gustría» ( por ejemplo «debería de ser más firme en mi forma de pensar» cámbielo por » me gustaría ser más firme en mi forma de pensar»)

Ahora enumere sus dotes: las cosas que hace bien, que le gustan de sí mismo, que los demás valoran, que no querría cambiar.

Por último, utilizando la información disponible: descríbase de una forma objetiva, reconociendo las debilidades de la columna revisada y mostrando las cualidades positivas o fortalezas. Por ejemplo:

«Soy una persona cariñosa y amistosa. Soy razonablemente afirmativa aunque me cuesta en determinadas áreas de mivida como es la laboral. Tengo alguna dificultad en pedir favores y poner límites cuando los amigos me piden que haga algo por ellos. Tengo buena relación con mi hija, aunque a veces me supera y me enfdo más de lo que querría. Soy buena oyente y tengo mucha empatía»

Finalmente cambie su forma de verse y de hablarse y comprométase con la exactitud de sus capacidades. Aquella forma negativa de hablarse debe de ser sustituida por esta forma más neutra y real.

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

Cómo afrontar un divorcio

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Una separación o un divorcio implica inevitablemente un periodo de tiempo de ansiedad, miedo y tristeza. Según Colmes y Rahe (1967), los divorcios están situados en 2º y 3er lugar de los acontecimientos vitales estresantes y es, por lo tanto, importante prestarle la atención adecuada cuando se producen.

Aunque existe una variedad importante de reacciones ante los procesos de separación, que dependen de la personalidad, de la forma de afrontar los problemas, del tipo de relación, de las circunstancias, etc., se establecen una serie de patrones generales de respuesta, cuya duración es variable.

Los procesos por los que se pasa en esta situación, podríamos establecerlos en tres:

Conmoción, ira – Desorganización – Reorganización gradual.

Es un proceso similar al duelo en el que cada miembro de la pareja debe de ir adaptándose a su ritmo y evitando, en la medida de lo posible, más conflictos y situaciones que puedan dañar a la pareja o a los hijos en el caso de que existan. Este proceso oscila entre los 6 meses y los 2 años por término medio.

Afrontar un divorcio no es sencillo y requiere de entereza. Podemos tener dos posturas ante la situación: esperar a que el tiempo acabe con nuestro sufrimiento o actuar para resolver la situación. En un primer momento, la primera opción parece la más fácil, pero así no podremos dirigir nuestra vida a donde nosotros queramos, si no que será ella quien nos lleve. Debemos de tomar las riendas de nuestras vidas y avanzar hacia un objetivo.

Para hacer frente a una separación, es necesario sentirse fuerte, en la medida de lo posible, pensar en las soluciones menos dañinas para todos, tener una red social que nos apoye una vez pase el evento y tengamos que restablecer nuestras rutinas y nuestros hábitos.

Aunque es difícil aconsejar nada ante estas situaciones, sí existen pequeñas cosas, simples, que hacen que la etapa sea menos problemática y algo menos dolorosa. Alguno de ellos son:

  1. Reflexiona despacio: ¿Estás seguro/a de que deseas terminar? ¿Qué esperas de la separación? ¿habéis tenido alguna otra crisis anteriormente?
  2. Cuidado con el lenguaje. Es importante que seas empático y que midas tus palabras, que te pongas en el lugar del otro cuando le hables y seas claro/a
  3. Elige un lugar y un momento adecuado. Un lugar tranquilo, sin interrupciones, con tiempo y tranquilidad.
  4. Responsabilidad y franqueza. Por más que intentes tener cuidado, si no es de mutuo acuerdo, uno de los dos saldrá dañado, intenta no dejar puertas abiertas, y recurrir a un apoyo para el momento después de la situación
  5. No reprimas las emociones, deja que aparezcan y acéptalas. Exprésalas adecuadamente: en el momento, con la persona y en la forma adecuada.
  6. Date el tiempo que necesites para recuperarte y dedícate tiempo a tí, a tus hobbies, a tu familia, a tus amigos, a tu físico, a tu crecimiento personal, a tu trabajo…
  7. Piensa en algo positivo que vaya a resultar de lo que está sucediendo: tiempo para ti, más tiempo para tus hijos, hacer actividades que antes no podías, cambios que se aproximan que puedan animarte, etc…
  8. Busca nuevas actividades y relaciones que sean parte de tu nueva identidad: tienes la capacidad para construir una nueva vida donde encontrarte a gusto. Busca actividades que te motiven, que te llenen. Piensa en cosas que no hiciste y que ahora puedes hacer.
  9. Si tenéis hijos, buscad información para ayudarlos a vivir el proceso de la forma menos dolorosa posible, hablad con ellos. Formáis una familia aunque la pareja esté separada y los niños son el principal objetivo que debe evitar el sufrimiento. No intentéis «ganaros a los chicos» porque no es necesario, ambos padres son fundamentales en sus vínculos y lo que necesitan es tranquilidad, comprensión y cariño.
  10. Cuídate: Aliméntate de forma sana, invierte tiempo en hacer ejercicio y procura dormir o descansar lo mejor posible. Esto hará que te sientas mejor y recuperes tu energía antes.

 

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)
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