La terapia individual consiste en el tratamiento psicológico a personas que presentan alguna dificultad en un momento dado. En ella, el terapeuta y el paciente trabajan juntos para identificar el problema y poder abordarlo con la expectativa de comenzar cambios positivos tanto en los pensamientos como en el área emocional o en la conducta.

La psicoterapia se basa principalmente en la escucha activa como primer paso del contacto con el terapeuta, es decir la atención al problema que genera malestar con la capacidad de verla desde el punto de vista del cliente, determinando cuáles son los aspectos que provocan sufrimiento y también aquellos en donde el problema no se produce, o está atenuado. La relación terapéutica genera un clima de confianza y seguridad donde se establece la alianza y donde el cliente pueda expresar sin miedos todas las emociones y pensamientos que le aparezcan, sin el temor a ser juzgado. Además, la psicoterapia ayuda a transformar el significado de las interacciones, de las interpretaciones que hacemos de lo que ocurre, ayudando a ver las cosas de una forma diferente.

El uso de determinadas técnicas psicológicas y el establecimiento de hipótesis y objetivos son las herramientas principales a través de las cuales cliente y terapeuta empezarán a trabajar de forma cooperativa en pro de solucionar los problemas. Cada técnica está destinada a solucionar un tipo de problema y cada escuela tiene sus propias herramientas, casi todas destinadas a conocernos y a conocer qué es lo que ocurre y a provocar un cambio en nuestra percepción del problema.

Los cambios producidos durante la terapia ayudan a percibirlos a nosotros y a los demás de forma distinta y  así, cambiar la  respuesta ante una misma circunstancia y  modificar aquellas cosas que provocan la dificultad, siendo posible que esas nuevas formas de ver las cosas y de actuar nos ayuden en otros problemas futuros.