
La ansiedad es un malestar psicológico que, en España, abarca aproximadamente el 17,6% de la población, siendo más alta en mujeres (20,8%) que en varones (14,2%) (Eurobarómeter, 2003). Por lo tanto, la ansiedad y la angustia son síntomas de consulta muy frecuentes y que se pueden enmascarar somáticamente. Sus síntomas se caracterizan por taquicardias, tensión muscular, sudoración, sensación de mareo o inestabilidad, preocupciones, miedo, nerviosismo e intranquilidad, sensación de pérdida de control, etc. Suele acontecer bajo situaciones de estrés elevado, que bien la persona detecta o no ha sido capaz de darse cuenta de la carga emocional hasta que los síntomas amanecen.
Uno de los factores que hace que la ansiedad se mantenga, o incluso que se agudice, es el miedo. El miedo a que ocurra algo malo, a que aparezca un ataque de ansiedad, a que los demás perciban el malestar, a la pérdida de consciencia y no haya acceso a ayuda, etc. Igualmente, este miedo al miedo, va ligado al desconocimiento de la propia ansiedad: ¿Cuánto dura un ataque de angustia? ¿Se puede cronificar? ¿Para qué sirve esta emoción? No conocer la función de la emoción, provoca que nuestro temor a la misma crezca, y esta tensión incrementa de nuevo la propia asiedad.
Cuando trabajamos en psicoterapia la ansiedad manejamos diversas herramientas: la respiración diafragmática, la relajación, técnicas de distracción y reestructuración cognitiva. Una de las formas en que podemos afrontar la ansiedad y hacer que esta disminuya, es respirar y no luchar contra ella, si no permitirle que aparezca. Entender por qué amanece y que nos quiere decir. Para ello podemos leer y entender «La carta de la ansiedad», que es una carta que la ansiedad nos dirige a nosotros, dado que, con el miedo, tememos escuchar su mensaje. Dice así:
¡Hola!
Soy la ansiedad, no te asustes… ¿por qué te asustas tanto ante mi presencia?
Sé que cada vez que aparezco te desesperas y quisieras que desapareciera porque crees que te quiero hacer daño, pero créeme, que no estoy aquí para hacerte daño, mucho menos para volverte loco, creo que ya te lo he demostrado cada vez que llego a tu cuerpo, hago un relajo y te asusto, pero al final del día… no te he matado, no te has vuelto loco.
La verdad es que aparezco y te hago sentir todo eso porque no había logrado encontrar otra manera de hacerme escuchar, estabas tan ocupado con tu trabajo, tus actividades, intentando ser tan productivo… que no escuchabas mis pequeñas señales.
¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? ¿O qué tal esa vez que sin razón aparente rompiste a llorar?
Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar. Entonces intenté algo más fuerte, hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos, pero tampoco me quisiste escuchar.
Aunque, entre nosotros, los dos sabemos que sentías mi presencia; por eso cuando te quedabas tranquilo, o era momento de estar sólo, te empezabas a poner nervioso, como si algo te impidiera quedarte quieto.
Te desesperabas, porque no “entendías” con tu mente racional lo que estaba pasando, y claro, con tu mente racional no me ibas a entender.
Así es que por eso me he rendido y decidí escribirte.
Y te felicito si estás leyendo lo que te digo, porque significa que ya tienes el valor de escucharme, y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme.
Ahora que estás dispuesto a escuchar, aprovecharé para decirte que ya es tiempo de evolucionar, necesitas parar de todo este ajetreo, ordenar tu vida, disminuir todo lo que te estás exigiendo, porque tu cuerpo ya no puede más. Quizás es el momento de hacer cambios ya que por alguna razón, en realidad no estás disfrutando de tu vida. Por eso yo estoy aquí, para ayudarte a recuperar tu tiempo y tus objetivos.
Y si realmente me escuchas, no tardarás en hacer los cambios que necesitas si realmente quieres sentirte bien de nuevo.
Puede que prefieras seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás; buscando seguridad en otras personas , o encargándote de hacer tú sólo todo el trabajo, pero debes escucharme y reflexionar si quieres hacer que me vaya.
De verdad me iré en cuanto vea que estás haciendo esos cambios en tu vida, cuando vea que estás en camino a tu evolución y que estás dispuesto a crecer y recuperarte a ti mismo. Mientras no lo hagas… aquí seguiré, ayudándote a encontrar tu camino y señalando cuándo la dirección no es correcta.
¿Por qué te explotas? ¿Por qué te exiges tanto? No entiendo, si tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad, pero te tratas como tu propio esclavo, eres demasiado severo contigo mismo… y estoy aquí para pedirte que simplemente dejes de hacerlo. En conclusión, si hoy estoy aquí, es porque me necesitas.
Así es que ya sabes, si realmente quieres que me vaya, toma el timón de ti mismo. Pregúntate realmente cómo quieres vivir y adelante, solamente tú puedes decidir sobre ella.
Espero no tener que llegar muchas veces más en tu vida, pero si lo hago, recuerda que no quiero lastimarte, quiero sólo ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, que te hará mucho muy feliz.
Con cariño,
Tu ansiedad.
Puedes descargar la carta de la ansiedad aquí
The European Opinion Research Group. (2003) The Mental Health Status of the European Population. Eurobarometer 58.2. [documento Internet]. Brussels.