“El desapego significa no sentir remordimiento por el pasado, ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. A esto se le llama iluminación” A. Watts
El desapego implica el hecho de que para conseguir algo, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de lograr algo; sino que renunciamos al interés por el resultado. Es no depender de lo que tenemos o de una persona, es lograr ser autónomos.
Este “dejar ir”, no es sencillo ya que esta sensación produce una falsa seguridad, una falsa idea de lugar estable donde agarrarnos ante el miedo al cambio. Sin embargo, la realidad es que nos hace vivir con miedo, no disfrutar el ahora y vivir en la ansiedad de la pérdida futura.
El ser humano vive con angustia el cambio y la incertidumbre, necesita pensar en el futuro, necesita tener un grado de certidumbre en sus vivencias, pero éstas no dejar de ser creencias. Cuando estas ideas centran nuestra mente en un futuro ansioso o en un miedo a la pérdida, es el momento de pararnos a pensar ¿Estás viviendo tu vida?
Saber soltar las cosas y personas, los recuerdos y las ansias, nos ayuda a evolucionar, a crecer, a subir un peldaño más de nuestro desarrollo personal, a estar más cerca de la capacidad de disfrutar y de ser feliz.
¿Cómo puedo “dejar ir”?
La clave está en querer algo, en crear una ilusión y después aceptar la situación y vivirla con desapego, es decir, vivirla sin querer mantenerla igual, si no observando los cambios, aceptando los fallos, no aferrándose a los materiales ni a las personas. Todo viene y todo cambia. El agua del río nunca es dos veces la misma cuando te bañas en ella.
Lo primero que hay que hacer es observarnos y percibir aquello que nos condiciona nuestra felicidad o nuestro sufrimiento.
En la sociedad occidental existen tres tipos básicos de apego:
• El afectivo, relacionado con las personas a quienes queremos y en quienes centramos nuestro pasado o futuro.
• El apego material que centra la felicidad en el poseer bienes materiales
• El apego ideológico, las creencias e ideas que nos hacen aferrarnos a una sola posibilidad.
Una vez detectado, debemos empezar a soltar. Podemos seguir unas breves ideas para poder empezar a practicar el desapego:
– Asumir la incertidumbre y confiar en que las soluciones surgirán espontáneamente de los problemas, confiar en nuestra capacidad y no perseguir la solución y la seguridad del no-cambio en una constante. Muchas veces el centrarnos en resolver algo, hace que nos pongamos ansiosos y seamos, en realidad, menos resolutivos. Igualmente, si ya lo hemos intentado solucionar de una forma y ésta no ha funcionado, no sigas repitiendo ese esquema erróneo, haz algo diferente. Muchas veces la propia solución es el problema.
– Permitir a los demás el ser como son, sin intentar cambiarlos. Disfrutar de sus cualidades y del aquí y ahora. Antes de intentar cambiar a alguien, busca las cualidades positivas, lo que te atrajo de esa persona o las cosas que reflejan intenciones positivas y observalas detenidamente. En ocasiones nos centramos sólo en los fallos de una persona, como si nuestra percepción fuesen unas gafas-telescopios que analizan cada error y lo magnifica, no dejándonos ver las cualidades positivas. Detente y oblígate a ver lo contrario.
– Vivir las emociones, tanto las buenas como las malas. Mantener abierta la puerta a la experiencia. Si sientes algo, céntrate, respira hondo ¿Qué sientes? ¿dónde lo sientes?. Puedes aprender alguna técnica de relajación o visualización que te enseñe a mantener la atención flotante permitiendo que los pensamientos vengan y se vayan. Es una característica de la meditación y una práctica eficaz en la psicología acual. No detengas nada, deja que fluya.
Prueba lo siguiente, sólo necesitas un minuto:
Programa un reloj para que suene en 1 minuto, si lo ves necesario. Respira hondo, coloca una mano en el abdomen y otra en el pecho. Respira de forma que sea el abdomen ( la tripa) el que se hinche antes, y después sube el aire al pecho. Respira contando mentalmente hasta cuatro, retenlo contando hasta dos, y suéltalo de nuevo contando hasta cuatro. Repítelo centrando toda tu atención en la respiración. Es sólo un minuto. Probablemente, tu mente se distraerá en varias ocasiones pero no importa, vuelve tu atención de nuevo a la respiración.
Cuando hayamos aprendido a aceptar las cosas como son y nuestras emociones como vienen, dejando ir la ansiedad por lo que será o la tristeza por lo que fué, podremos vivir el presente y en nuestro desarrollo, subir el siguiente escalón hacia la realización personal.
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)