Mejorar la autoestima

Uno de los principales factores que diferencian al ser humano es la conciencia de sí mismos, es decir, el conocer su propia identidad y darle un valor. La autoestima, o la valoración que nosotros hacemos de nuestra identidad, proviene de las circunstancias de la vida, de nuestras experiencias con los demás, de las cosas que hemos logrado a lo largo de nuestra historia, de los comentarios que escuchamos de terceros, o de las posibilidades de éxito que hayamos vivenciado. De la misma forma, éstas experiencias están influenciadas por nuestra forma de vernos. Es un círculo que se retroalimenta.

Podríamos pensar que si somos capaces deevaluar nuestra autoestima y ver cómo podemos mejorarla sería más fácil producir un cambio y este cambio, modificará la interacción con nuestras oportunidades. Efectivamente, la modificación de la autoestima para hacerla «más sana» traerá consigo una serie de cambios positivos, pero esto no es tarea sencilla. Mucha de la responsabilidad de que nuestra autoestima esté dañada viene de los mensajes que nosostros mismos nos lanzamos. Estos mensajes, por el mero hecho de ser nuestros, nos los creemos con mucha más fiabilidad que si fuesen hechos por terceros. Aquellas críticas que escuchamos de pequeños, pasan a ser pensamientos propios, a interiorizarse. Así la frase «no puedes hacer eso, déjame que lo hago yo» se traduce en «no puedo hacer esto, es mejor que lo haga otro». O «esta niña es boba» se puede traducir en la etapa adulta a: » soy boba» o «no valgo».

¿Cómo evaluar nuestra autoestima?

Las personas con baja autoestima, no se ven de forma objetiva, minimizan sus dotes y maxifican sus defectos. ¿Cómo podemos evaluar si mi percepción es errónea?

Un primer paso es una análisis exhaustivo de sí mismo. Escriba el mayor número posible de palabras que le describan en las siguientes áreas: aspecto físico (autoimagen), relaciones sociales ( habilidades en este área, su forma de ser, adjetivos), personalidad, como cree que le ven los demás, rendimiento laboral y funcionamiento mental ( inteligencia, intereses, actividades). Al leer los adjeivos sobre sí mismo podrá comprobar cuántos son positivos y cuantos negativos, si le costó percibir más de un lado que de otro, o si bien, la mayoría de los negativos se centran en un área concreta.

Otra forma de observar qué campos necesitan de mejora, es realizar una actividad llamada la «rueda de la vida» que puede descargarse aquí

Ahora haga una lista de sus debilidades: dibuje dos columnas, en una deberá señalar cuáles son sus debilidades con un lenguaje objetivo, evitando el lenguaje peyorativo o las interpretaciones. En la otra, la columna revisada, reescriba esa debilidad de una forma más objetiva: descríbalo de forma específica, buscando las excepciones en los casos en los que haya escrito «siempre» o «nunca», cambiando donde ponga «debería» por «me gustría» ( por ejemplo «debería de ser más firme en mi forma de pensar» cámbielo por » me gustaría ser más firme en mi forma de pensar»)

Ahora enumere sus dotes: las cosas que hace bien, que le gustan de sí mismo, que los demás valoran, que no querría cambiar.

Por último, utilizando la información disponible: descríbase de una forma objetiva, reconociendo las debilidades de la columna revisada y mostrando las cualidades positivas o fortalezas. Por ejemplo:

«Soy una persona cariñosa y amistosa. Soy razonablemente afirmativa aunque me cuesta en determinadas áreas de mivida como es la laboral. Tengo alguna dificultad en pedir favores y poner límites cuando los amigos me piden que haga algo por ellos. Tengo buena relación con mi hija, aunque a veces me supera y me enfdo más de lo que querría. Soy buena oyente y tengo mucha empatía»

Finalmente cambie su forma de verse y de hablarse y comprométase con la exactitud de sus capacidades. Aquella forma negativa de hablarse debe de ser sustituida por esta forma más neutra y real.

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

Cómo afrontar un divorcio

conflicto parejas

Una separación o un divorcio implica inevitablemente un periodo de tiempo de ansiedad, miedo y tristeza. Según Colmes y Rahe (1967), los divorcios están situados en 2º y 3er lugar de los acontecimientos vitales estresantes y es, por lo tanto, importante prestarle la atención adecuada cuando se producen.

Aunque existe una variedad importante de reacciones ante los procesos de separación, que dependen de la personalidad, de la forma de afrontar los problemas, del tipo de relación, de las circunstancias, etc., se establecen una serie de patrones generales de respuesta, cuya duración es variable.

Los procesos por los que se pasa en esta situación, podríamos establecerlos en tres:

Conmoción, ira – Desorganización – Reorganización gradual.

Es un proceso similar al duelo en el que cada miembro de la pareja debe de ir adaptándose a su ritmo y evitando, en la medida de lo posible, más conflictos y situaciones que puedan dañar a la pareja o a los hijos en el caso de que existan. Este proceso oscila entre los 6 meses y los 2 años por término medio.

Afrontar un divorcio no es sencillo y requiere de entereza. Podemos tener dos posturas ante la situación: esperar a que el tiempo acabe con nuestro sufrimiento o actuar para resolver la situación. En un primer momento, la primera opción parece la más fácil, pero así no podremos dirigir nuestra vida a donde nosotros queramos, si no que será ella quien nos lleve. Debemos de tomar las riendas de nuestras vidas y avanzar hacia un objetivo.

Para hacer frente a una separación, es necesario sentirse fuerte, en la medida de lo posible, pensar en las soluciones menos dañinas para todos, tener una red social que nos apoye una vez pase el evento y tengamos que restablecer nuestras rutinas y nuestros hábitos.

Aunque es difícil aconsejar nada ante estas situaciones, sí existen pequeñas cosas, simples, que hacen que la etapa sea menos problemática y algo menos dolorosa. Alguno de ellos son:

  1. Reflexiona despacio: ¿Estás seguro/a de que deseas terminar? ¿Qué esperas de la separación? ¿habéis tenido alguna otra crisis anteriormente?
  2. Cuidado con el lenguaje. Es importante que seas empático y que midas tus palabras, que te pongas en el lugar del otro cuando le hables y seas claro/a
  3. Elige un lugar y un momento adecuado. Un lugar tranquilo, sin interrupciones, con tiempo y tranquilidad.
  4. Responsabilidad y franqueza. Por más que intentes tener cuidado, si no es de mutuo acuerdo, uno de los dos saldrá dañado, intenta no dejar puertas abiertas, y recurrir a un apoyo para el momento después de la situación
  5. No reprimas las emociones, deja que aparezcan y acéptalas. Exprésalas adecuadamente: en el momento, con la persona y en la forma adecuada.
  6. Date el tiempo que necesites para recuperarte y dedícate tiempo a tí, a tus hobbies, a tu familia, a tus amigos, a tu físico, a tu crecimiento personal, a tu trabajo…
  7. Piensa en algo positivo que vaya a resultar de lo que está sucediendo: tiempo para ti, más tiempo para tus hijos, hacer actividades que antes no podías, cambios que se aproximan que puedan animarte, etc…
  8. Busca nuevas actividades y relaciones que sean parte de tu nueva identidad: tienes la capacidad para construir una nueva vida donde encontrarte a gusto. Busca actividades que te motiven, que te llenen. Piensa en cosas que no hiciste y que ahora puedes hacer.
  9. Si tenéis hijos, buscad información para ayudarlos a vivir el proceso de la forma menos dolorosa posible, hablad con ellos. Formáis una familia aunque la pareja esté separada y los niños son el principal objetivo que debe evitar el sufrimiento. No intentéis «ganaros a los chicos» porque no es necesario, ambos padres son fundamentales en sus vínculos y lo que necesitan es tranquilidad, comprensión y cariño.
  10. Cuídate: Aliméntate de forma sana, invierte tiempo en hacer ejercicio y procura dormir o descansar lo mejor posible. Esto hará que te sientas mejor y recuperes tu energía antes.

 

Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicología y salud. CUÁNTICA
C/ Vargas 55A 3º
Santander (Cantabria)

Resolver conflictos familiares

Los conflictos de convivencia son habituales en la familia; en muchas ocasiones son derivados de las disputas por el incumplimiento de las normas, por diferentes intereses, por rivalidad entre los hermanos o por dificultades en la comunicación entre los miembros de la familia. Muchas veces estas situaciones conllevan una fuerte carga emocional y requieren por parte de los padres un ajuste emocional equilibrado que permita controlar sus propias emociones y las de  sus hijos.

Estas desavenencias familiares pueden resolverse mediante técnicas que, aunque a simple vista pueden parecer sencillas, requieren de un gran esfuerzo y de la inversión de tiempo necesario para acordar las soluciones; pero son fundamentales en el aprendizaje de una dinámica efectiva. De entre todas ellas, la técnica de resolución de conflictos más utilizada. Ésta consiste en analizar juntos las situaciones problema  y reflexionar sobre los componentes que generan el conflicto.

Las pautas a seguir son las siguientes:

1. Identificar el problema.

a. Observar las causas y la situación en los diferentes miembros ¿Cuál es la interpretación de los padres de lo que ocurre? ¿y de los hijos?

b. Analizar el estado de ánimo de cada uno ¿Qué están sintiendo los padres? ¿Cuál es la emoción que presentan los hijos?

c. Plantear el objetivo a lograr de cada miembro ¿Qué es lo que buscan los padres? ¿Qué quieren exactamente los hijos?

2. Proponer soluciones.

a. ¿ha ocurrido esto antes? ¿Se han solucionado? ¿Cómo?

b. Aportar numerosas soluciones para elegir después la más adecuada, cuantas más mejor, y sin juzgar si son buenas o malas ideas. Lo interesante es la cantidad frente a la calidad.

3. Previsión de consecuencias.

a. Valorar qué consecuencias tendrá cada solución.

4. Elección de la mejor solución.

a. Elegir entre todos la solución que sea más apropiada: justa, razonable, que permita resolver las diferencias y que facilite el bienestar emocional para todos.

5. Acción

a. Poner en marcha la solución escogida

b. Si no se resuelve el conflicto, poner en práctica aquella que se valoró como segunda opción.

Este método es utilizado para resolver conflictos tanto ante decisiones importantes, como para los pequeños conflictos y, además, ayuda a los hijos para que en el futuro aprendan una forma práctica de resolver conflictos y las posibles diferencias entre ellos y sus hermanos, amigos y compañeros de colegio.

 

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)
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