Resolver conflictos familiares

Los conflictos de convivencia son habituales en la familia; en muchas ocasiones son derivados de las disputas por el incumplimiento de las normas, por diferentes intereses, por rivalidad entre los hermanos o por dificultades en la comunicación entre los miembros de la familia. Muchas veces estas situaciones conllevan una fuerte carga emocional y requieren por parte de los padres un ajuste emocional equilibrado que permita controlar sus propias emociones y las de  sus hijos.

Estas desavenencias familiares pueden resolverse mediante técnicas que, aunque a simple vista pueden parecer sencillas, requieren de un gran esfuerzo y de la inversión de tiempo necesario para acordar las soluciones; pero son fundamentales en el aprendizaje de una dinámica efectiva. De entre todas ellas, la técnica de resolución de conflictos más utilizada. Ésta consiste en analizar juntos las situaciones problema  y reflexionar sobre los componentes que generan el conflicto.

Las pautas a seguir son las siguientes:

1. Identificar el problema.

a. Observar las causas y la situación en los diferentes miembros ¿Cuál es la interpretación de los padres de lo que ocurre? ¿y de los hijos?

b. Analizar el estado de ánimo de cada uno ¿Qué están sintiendo los padres? ¿Cuál es la emoción que presentan los hijos?

c. Plantear el objetivo a lograr de cada miembro ¿Qué es lo que buscan los padres? ¿Qué quieren exactamente los hijos?

2. Proponer soluciones.

a. ¿ha ocurrido esto antes? ¿Se han solucionado? ¿Cómo?

b. Aportar numerosas soluciones para elegir después la más adecuada, cuantas más mejor, y sin juzgar si son buenas o malas ideas. Lo interesante es la cantidad frente a la calidad.

3. Previsión de consecuencias.

a. Valorar qué consecuencias tendrá cada solución.

4. Elección de la mejor solución.

a. Elegir entre todos la solución que sea más apropiada: justa, razonable, que permita resolver las diferencias y que facilite el bienestar emocional para todos.

5. Acción

a. Poner en marcha la solución escogida

b. Si no se resuelve el conflicto, poner en práctica aquella que se valoró como segunda opción.

Este método es utilizado para resolver conflictos tanto ante decisiones importantes, como para los pequeños conflictos y, además, ayuda a los hijos para que en el futuro aprendan una forma práctica de resolver conflictos y las posibles diferencias entre ellos y sus hermanos, amigos y compañeros de colegio.

 

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)

La llegada de un segundo hijo

Cuando llega un bebé se producen muchos cambios tanto en la familia, como en la pareja, en las rutinas o en la organización del hogar, con gran dedicación a los preparativos y en cubrir las necesidades del recién llegado.

Cuando además el bebé no es el primer niño, todos estos cambios afectan en gran medida al hermano mayor que puede recibir el acontecimiento de diversas formas. La aprobación dependerá en gran medida de cómo se le explique al niño el proceso del embarazo, y lo ideal es intentar implicarlo en el mismo, evitando que sienta desplazado, menos querido o menos atendido y que su reacción sea negativa ante tal suceso.

La educación de los niños no es fácil y hacer entender a un niño que a partir de ahora compartirá casa, padres y familia con otro que viene de camino, no es tarea sencilla.

Algunas pautas para evitar los celos entre los hermanos, pueden ser las siguientes:

Hacia el quinto o sexto mes de embarazo, es aconsejable explicar al niño la futura llegada del nuevo hermano, haciendo al niño participe del proceso. Para ello, es importante asignarle tareas de responsabilidad, la presencia del bebé como “nuestro”, que sienta las patadas o el movimiento, que tenga iniciativa para poner música en la tripa para su hermano, ilustrarle con cuentos, etc.

Es recomendable, así mismo, que el niño visite a su madre y al nuevo bebé tras el parto y que reciba atención haciendo partícipe y casi protagonista de la situación, pedirle ayuda si el niño está dispuesto, e implicarle en el cuidado del nuevo hermano.

De ahí en adelante, es importante hacer del hermano mayor un colaborador en el cuidado de su hermanito. Algunas pautas para afrontar esta nueva situación son las siguientes:

  • Reforzad todo lo que el niño haga para cuidar a su nuevo hermano y expresarle lo delicado que es, regañando si es necesario un comportamiento agresivo.
  • Premiad las conductas positivas, las ideas nuevas, las acciones espontáneas de participación.
  • Evitad las comparaciones. Cada niño es diferente y no puede ser comparado.
  • Estableced momentos de relación exclusiva con cada uno, hablando de sus sentimientos, de sus vivencias y experiencias.
  • Así mismo, hay que dejarles tiempo para que jueguen a solas ya que esto puede hacer más fuerta la unión.

Puede ser normal que aparezcan regresiones, como incontinencia urinaria, chuparse el dedo, un comportamiento infantil, etc.  pero no hay que darle excesiva importancia porque generalmente son momentáneos. La familia debe de formar un pilar, un grupo unido. Realizad actividades que adhieran a los miembros, donde cada uno tenga su papel y función.

 

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)

 

El sentimiento de culpa

Este sentimiento es definido como una emoción negativa que aparece ante el incumplimiento de normas éticas, o la creencia de haberlo realizado, especialmente si ello ha ido en perjuicio de otra persona. Su origen se establece en el desarrollo de la conciencia moral en la infancia y está influida tanto por las diferencias individuales como por las pautas educacionales recibidas y su función es concienciar a la persona de que ha cometido un error y facilita que se pongan en marcha los medios para la reparación.

La culpa se forma gracias a una serie de elementos: un acto causal, real o imaginario; la percepción y autovaloración negativa del acto y su emoción negativa asociada (remordimientos).

La culpa puede ser sana,  derivada de un perjuicio real y sirve para indicar cuál son los comportamientos adecuados para no perjudicar a quienes nos rodean o mórbida, en la que realmente no ha existido ningún fallo objetiva que justifique el sentimiento negativo. Éste sentimiento no ayuda a la adaptación al medio y puede alteraciones psicopatológicas como la depresión, cuando es excesiva  y no realista.

Cómo evitar la culpa excesiva o no realista.

En ocasiones la estrategia utilizada por las personas para evitar la culpase centra en la justificación, la negación o la minimización de los daños. Sin embargo, estas tácticas no son adecuadas, ya que intentan evitar la emoción sin afrontar el hecho.

La culpa excesiva hay que prevenirla, y para ello es necesario que se distinga bien dónde están los límites entre la culpa sana y la excesiva. Es importante para ello que seamos conscientes de que la emoción, la actitud y los pensamientos sobre los hechos, provienen de nosotros mismos, cada cual elige cómo se siente. Por lo tanto, el sentirse culpable es una elección.

La responsabilidad sobre un acto realizado sigue perteneciendo a la conducta emitida por cada uno, pero es importante variar las verbalizaciones con las que nos referimos al acto y a nosotros mismos. Las afirmaciones destructivas, facilitan el bucle de la culpabilidad no ayuda a la persona ni mejora el daño producido.

Para evitar los sentimientos de culpa, lo primero que debemos de hacer es valorar si estos son reglas rígidas que hemos introyectado de normas paternas y su adecuación en nuestra forma de ser o de pensar ( por ejemplo «deberia de tener matrimonio que dure siempre») o si son deberes que nosotros nos autoimponemos y su flexibilidad. Los deberes deben de ser flexibles, realistas y que ayuden a lograr objetivos.

Algunas sugerencias para evitar los sentimientos de culpa son:

Identificar la conducta y el sentimiento de culpa. Si la razón por la que nos sentimos mal no es fácilmente identificable, cuestiónate el motivo por el que te sientes mal y qué podría ayudarte a estar mejor.

Valore el deber que se impone y observe: ¿incluye adjetivos como «totalmente, perfecto, nunca, siempre, cada, todos…»? utilice «preferiría» o «me gustaría» en lugar del «debería»

Olvide los conceptos de «bien» y «mal», en lugar de ello plantéese ¿Cuales son los efectos a corto y a largo plazo sobre usted y sobre las personas implicadas? ¿Tiene sentido la norma?

Pregúntese si este pensamiento está acorde con quién es usted, las limitaciones, su situación, sus cndiciones, sus miedos, etc.

A veces, a pesar de que el sentimiento de culpa es claro, es dificil determinar el deber subyacente, para ello existe una técnica llamada «escalonamiento» para llegar al deber o norma básica: se basa en detectar la culpa y preguntarse ¿qué significa para mí haber hecho…? y si estoy…¿que significa para mí? hasta llegar a una afirmación nuclear sobre sí mismo.

 

Si efectivamente el sentimiento de culpa concuerda con un daño real, obviamente, podría:

Expresar el arrepentimiento a las personas perjudicadas. Explica que te sientes culpable y los sentimientos implicados en el malestar. La mayoría de las veces, las personas necesitan escuchar que la otra persona está arrepentida y por ello, es importante pedir perdón y explicar que no volverá a ocurrir.

Si se ha avisado con anterioridad de algún percance que pudiera ocurrir, dar las gracias a la persona por haber mantenido la compostura, por haber esperado un tiempo o por el hecho que haya realizado. Tampoco es necesario pedir disculpas constantemente, pero sí hacer saber a la otra persona que estás agradecido por la actitud.

Las personas que tienden a culparse a sí mismos con asiduidad,  presentan un importante malestar emocional, desvalorización y a la larga baja autoestima, inseguridad y sentimientos de tristeza. Prevenir los excesos de culpa y diferenciar cuándo es adecuado el sentimiento y cuando hay que detener los pensamientos es una actividad importante en la mejora personal y el bienestar emocional.

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)

 

 

El síndrome del nido vacío

Nido Vacío Teresa Gallego

Se define por sentimientos negativos, como tristeza, vacío, soledad, melancolía, ansiedad o irritabilidad, que experimentan los padres cuando sus hijos se marchan definitivamente de casa.

Presenta una serie de síntomas frecuentes que lo caracterizan entre ellos:

  •  Sentimientos de tristeza, de soledad o de vacío. También irritabilidad o ansiedad
  • Sensación de no tener nada que hacer
  • Llanto o ganas de llorar más frecuente del habitual durante un período prolongado
  •  Recuerdos constantes de cuando los hijos eran pequeños
  •  Sensación de pérdida de sentido de la propia vida
  • Quejas somáticas
  • Problemas para dormir

Estos síntomas deben de aparecer  entre la semana y meses inmediatamente posteriores del abandono por parte de los hijos del domicilio parental y no estar asociados a ningún otro problema emocional que pudiera explicarlos mejor, como un trastorno del estado de ánimo.

Para prevenir la aparición del ‘síndrome del nido vacío’, se puede seguir algunos consejos:

Cuidar  la relación de pareja. En ocasiones al nacer los hijos, las parejas cambian de rol, hacia el de padre/madre en exclusiva, por ello, cuando sus hijos se marchan de casa pierden su rol principal.

Permitir y aceptar la autonomía de los hijos. Esto facilitará la adaptación posterior.

Practicar actividades, hobbies e intereses que llenen el tiempo y permitan disfrutar de este.

Normalizar  las emociones. Informarse sobre el síndrome y entender las emociones, y su normalización ayuda a no asustarse ni estresarse por los sentimientos.

Entender que es una etapa, pero que el rol de madre o padre continúa. Busca otras actividades o mantente en activo frente a las necesidades que puedan tener en su nueva vida.

Visitar  a los hijos y organizar comidas familiares y eventos para que vengan de visita. La frecuencia variará dependiendo de las necesidades, oportunidades y costumbres, respetando siempre su independencia e intimidad.

Si estos síntomas causasen una interferencia significativa en la vida o son de duración muy prolongada, es recomendable solicitar ayuda psicológica para prevenir posibles trastornos del estado de ánimo derivados de la situación.

 
Teresa Gallego Álvarez
Doctora en psicología
Gabinete de psicologia y salud. CUANTICA
C/ Vargas 55A  3ºB
Santander (Cantabria)

 

 

 

Utilizamos cookies de terceros en redes sociales para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies. ACEPTAR
Aviso de cookies